Utilizo un seudónimo como “albedrío de color”.
Me inspiro, por lo general, en la figura humana femenina, se presenta en mis pinturas como cuerpos indefinidos, anulados, sin continuidad, indeterminados. En una parte de ellos nace lo botánico acompañados con fondos repletos de colores, esparcidos por toda la obra de maneras abstractas.
Las protagonistas expresan un estado de introspección con ojos apagados, cerrados, vacíos, ocultos en un ramo de flores, como si no quisieran mostrarse del todo.
La discontinuidad de estas figuras representa el vacío existencial, la desesperanza, la procrastinación, el abandono, el sentimiento agudo de soledad y desórdenes emocionales.
Dentro de este mundo de cuerpos nulos, brota la libertad, la esperanza, la empatía, el creer, comienza así el proceso de sanación. Surge lo botánico, lo circular, lo chorreado, lo colorido, se genera un espacio donde la emoción no viene a perjudicar sino a liberar y armonizar el ser.
Lo que busco aportar con mis obras es que quienes las observan, se hagan preguntas: ¿En dónde se encuentra uno mismo con respecto a su estado anímico? ¿En un cuerpo nulo? ¿En un cuerpo regenerándose? ¿O brotando y sanando de color?